TINTO CRIANZA Y TINTO RESERVA ¿CUÁL ELEGIR PARA UNA MOMENTO ESPECIAL?

Tinto crianza y tinto reserva ¿cuál elegir para una momento especial?  Seguramente en las fechas que se avecinan, en Navidad, serán muchas las ocasiones especiales, las situaciones en las que compartir un buen vino sea importante. Aunque ambos vinos son de máxima calidad y han sido sometidos a un tiempo de envejecimiento en barrica, el tinto crianza y el tinto reserva tienen sus diferencias y, por tanto, nos podemos plantear cuál elegir para ese momento esperado o relevante en tu vida personal. Ten en cuenta que, si han recibido premios y distinciones por parte de jurados expertos, tienes más que garantizado el acierto.

Los vinos tintos de crianza son aquellos con un envejecimiento mínimo de 24 meses, de los que al menos 6 son en barrica. ¿Por qué es así? Porque el paso del vino por la barrica permite mejorar las cualidades de unas uvas de máxima calidad. La madera proporciona a los tintos crianza un equilibrio y aromas propios de un magnífico caldo.

Es lo que ocurre con nuestro Marqués de Campoamenoque pasa doce meses en barrica de roble americano y posteriormente continúa su envejecimiento en botella. Elaborado con las variedades Tempranillo, Cabernet Suavignon y Syrah, es voluminoso, estructurado, de paso marcado, con taninos envolventes y sedosos.

Los vinos tintos reserva representan la siguiente etapa de maduración de un vino. En este caso deben de tener un mínimo de 36 meses de maduración y 12 de ellos los pasan en barrica de madera. Ello aporta unos matices aún más interesantes y una experiencia enológica excepcional. Además, aumenta su duración para consumo; un crianza pueden aguantar de 5 a 8 años según los casos.

Es el caso del Alto de Campoameno, que permanece 24 meses en barrica de roble francés y americano y posteriormente continúa su crianza en botella. Elaborado con las variedades de uvas Merlot, Tempranillo y Syrah, resulta tánico y potente, con mucho caudal y una acidez marcada que dilata el recorrido en boca. La experiencia que cualquier amante del vino más valora.

Ambos casos, crianza o reserva, son buena opción para acompañar platos ‘de peso’, muy frecuentes por otro lado en fechas invernales y, más aún, en Navidad.

Da igual que sean entrantes o segundos. Aperitivos como quesos curados y semicurados, foie, patés… requieren de un vino intenso como es el crianza o el reserva, con matices diferentes -a grosella o café en el caso del crianza o a especias en el caso del reserva-. También segundos platos, compuestos por setas o elaboraciones especiadas y, como no, resultan perfectos para carnes rojas y asados con prestancia.

¿Nuestro último consejo? Si compras un tinto reserva o crianza, que sea de bodegas de tu tierra.

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