4 tips para catar vino con total naturalidad

El consumo de vino es, para muchas personas, mucho más que llevarse una copa de vino a la boca. Es una experiencia sensorial muy agradable y son muchos y muchas los que gustan de intentar sacar partido a cada momento de esa experiencia.

Y en eso consiste la cata de vinos. En ser capaz de percibir el vino por tres de los cinco sentidos. Sin embargo, en Campoameno creemos que catar vino no tiene porqué ser un ritual inamovible, ni un protocolo digno de expertos.

Catar vino con naturalidad y cada cual a su manera. Esa es nuestra máxima. Porque una cata de vino es, ante todo, disfrutar de ese o esos vinos que estamos conociendo.

Con todo, creemos que aplicando ciertos tips o pasos a esa experiencia, la cata de vinos se basa fundamentalmente en prestar atención a tres sentidos: vista, olfato y gusto. Y no nos olvidamos de la vista porque nos permite reconocer ciertos matices que, sin aportarnos placer, nos ayudan a reconocer y conocer mejor cada vino.

Nuestros tips para catar vino

No tengas reparo en contemplar tu copa de vino detenidamente

Cuanto tengas el vino servido en la copa, puedes moverlo ligeramente en círculos para que se oxigene y los aromas sean más intensos.  Aunque, como hemos dicho, no es imprescindible la vista para deleitarse con el vino, nos permitirá conocer detalles previos del caldo que vamos a tomar.

Al subir la copa para que la luz la atraviese, podremos analizar más detenidamente el color y comprobar la estabilidad del vino (es decir, si tiene partículas en suspensión, por ejemplo). Otro dato que podemos conseguir a través de la vista: los vinos jóvenes tienden a colores vivos y brillantes, mientras que los de crianza o reserva ganan en opacidad y pierden intensidad.

ESTO NO ES UN EXAMEN

Hasta los neófitos en el consumo de vino saben que lo siguiente es oler nuestra copa. Descubrir todos los aromas que hay en ese vino vincula al olfato y al gusto, estrechamente unidos siempre.

Se trata de los aromas que pueden percibirse, que van de los más intensos (florales, afrutados) a los que aportan matices (especiados, tostados). No te agobies ni te preocupes. Esto no es un examen. Y seguramente con el paso del tiempo serás capaz de percibir aromas y matices que antes te pasaban desapercibidos. 

Lo importante es que intentes ponerle nombre a la procedencia de esos olores que intuyes; naranja, fresas, la madera, vainilla…

Y, aunque no suele ser lo habitual, también puedes detectar olores desagradables. Si el olor del vino es ‘avinagrado’ es que el corcho se ha deteriorado y ha dejado pasar oxígeno y bacterias. Por lo tanto, nuestro vino estará estropeado.

¡Ojo! No lo confundamos con el olor de ‘reducción’, un olor a cerrado que viene de la concentración de aromas en el interior de la botella. Éste se va al decantarlo y dejar que el vino se airee.  

QUÉDATE CON EL ‘RECUERDO’ DEL VINO

Y llegamos a la fase del gusto, en la boca, con la que podremos valorar finalmente ya no solo el sabor del vino sino también parámetros como su untuosidad, textura, grado de acidez (frescura), grado alcohólico, etc.

  • El amargor del vino viene de los taninos, que pueden dar sensación de sequedad en boca, pero que en su justa medida aportan estructura y equilibrio al vino.
  • El grado de dulzor depende mucho del tipo de uva y su procedencia.
  • La acidez se asocia con una sensación de frescura en el vino. Es más habitual en vinos cuya uva se cría en zonas con menos horas de luz solar.

Pero más allá de todas esas percepciones puntuales que recibirán tus papilas gustativas, lo que debes ‘quedarte’ es el ‘recuerdo’ del vino que estás probando. Nos referimos con ello a la persistencia de las sensaciones que nos ha dejado en boca y en nariz después de haberlo tomado. Esa percepción global que nos ha dado.

TÓMATE TU TIEMPO Y USA LOS ‘TRUCOS’ QUE MEJOR TE VENGAN

Como ya hemos dicho antes, esto no es una prueba. Ni tiene que hacerse de la mano de un enólogo o enóloga. Aunque sí que es muy recomendable que, si queremos vivir una auténtica cata de vino lo hagamos con la ‘orientación’ de un experto, lo cierto es que también podemos familiarizarnos con los vinos poco a poco. Observando a otros, aplicando los consejos que mejor nos vengan (no a todos nos funcionan los mismos pasos), probando en casa a solas… Lo importante es que te tomes tu tiempo, que no veas en esto una tarea complicada sino simplemente lo que es. Una experiencia sensorial que, como tal, será diferente en cada ocasión, pero que te permitirá poco a poco percibir diferencias y reparar en detalles que antes no intuías.

 

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