Para este 16 de enero de 2022, día internacional de las croquetas, no vemos mejor forma de hablar de este manjar que destacando 5 tipos de croquetas y el vino que mejor les va. Pero antes, ¿qué tal si recordamos un poquito de historia en torno a ellas?
Aunque, como reconocen en el portal de los días internacionales, no se conoce la fecha de su nacimiento, sí que está claro dónde surgieron las primeras.
Se le ha atribuido su invención al chef de la corte de Luis XIV. También a Monsieur Escoffier. Pero lo que nadie pone en duda es que las croquetas son de origen francés.
Data de 1817, cuando Antonin Carême decidió presentar un plato de croquetas en un banquete para el príncipe regente de Inglaterra y el Gran Duque Nicolás de Rusia. El plato fue bautizado con el nombre de 'Croquettes à la royale'.
Las croquetas de pollo son un clásico entre las croquetas. Quizá sea las que más cocinamos o solemos comer. Para ellas la mejor opción es recurrir a un vino afrutado. Puede ir bien un rosado o un tinto como el syrah barrica.
Otra modalidad de este aperitivo por excelencia es la croqueta de jamón. Cuanto más curado, más intenso es el sabor que capta la masa de bechamel. Y por eso en este caso necesitamos de otro tinto, pero más potente, para no alterar la degustación de las croquetas. Tu mejor opción es que las marides con un tinto crianza.
Son mucho más específicas. Y dicen los expertos en cocina que elaborarlas se hace más complicado. Pero dentro de las preparaciones de queso hay tantos tipos como delicias queseras tenemos. Para las croquetas de queso, puede haber muchas opciones, según el tipo de queso elegido. Un tinto joven le irá estupendamente para marcar el sabor del queso y potenciarlo.
Y seguimos con estas delicias, que también se elaboran con pescado. Como ocurre con el queso, las hay de tantos tipos como pescados y mariscos (qué decir de las croquetas de gambas…). Pero las de bacalao son de las más frecuentes. Y más en fechas señaladas como la Semana Santa. Un blanco chardonnay nos parece una elección acertada para el maridaje de este tipo de croquetas.
Cualquier vino tinto afrutado puede acompañar bastante bien otra modalidad cada vez más frencuente en este tipo de platos. Cuando están elaborados con boletus y otro tipo de hongos, el maridaje con un tinto aromático es un acierto seguro.
Numerosos escritores no han podido resistirse a hablar de este manjar en su literatura. Ramón Gómez de la Serna, por ejemplo, dijo de ellas que «deberían tener hueso, para que pudiésemos llevar la cuenta de las que comemos».
Es tan frecuente que estén en menús y citas importantes que hasta han logrado su espacio en las recomendaciones protocolarias. Según éstas, si no son muy grandes y tenemos servilletas cerquita, se pueden comer con las manos (aunque en casa siempre lo hacemos…).
Proviene del francés croquette, del verbo croquer (‘crujir’) y el sufijo diminutivo ette. Es decir, significa ‘crujientita’. En el siglo XVIII se hacían a base de patata o de arroz y no se parecían a las actuales, a base de salsa bechamel.
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